Con la llegada del otoño volvemos a otra manera de viajar: la que invita a la reflexión y la melancolía, a conocer el alma y la historia de los destinos. La provincia de Cáceres es ideal para ello. Y la mejor manera de descubrirla e inhalar su más pura esencia es ir hasta su corazón, que palpita con fuerza en Tierras de Cáceres y Trujillo, su centro neurálgico.
Empezando por Cáceres, que late a su propio compás de la historia y da vida a todo el territorio que la rodea: las comarcas de Tajo–Salor–Almonte, Miajadas–Trujillo y Sierra de Montánchez–Tamuja. Situadas al sur de esta provincia extremeña, guardan experiencias únicas, como estas cuatro con las que el viajero disfrutará del bienestar y la autenticidad cacereñas. Tentadoras, ¿verdad?
Cáceres, la gran dama de la historia
Todo aquel que se acerca a Cáceres queda maravillado con su historia, sus palacios, sus casas y sus piedras. Al adentrarse en su casco histórico está garantizado un emocional viaje en el tiempo… y es inevitable dejar volar la imaginación a través de las fantásticas y numerosas leyendas que esconde la ciudad monumental, conociendo las cuatro culturas que la habitaron: romana, almohade, judía y cristiana.
Pero la vida de Cáceres va más allá; no es un mero escenario medieval que se mantiene intacto para observación del visitante sino que, durante todo el año, acoge una actividad cultural frenética: música, danza, teatro y exposiciones llenan su trazado. Festivales interculturales como el Womad o el de Teatro Clásico, el IrishFlead o el Mercado Medieval son algunas de sus propuestas más exitosas. Todo ello, por no hablar de la riqueza de toda la naturaleza urbana que puebla sus calles, intramuros y extramuros, auténtico jardín de bosque mediterráneo perfectamente conservado y que permite la práctica de innumerables actividades como la fotografía, la observación de aves, el sketching, la observación de flora y fauna, el astroturismo, etc.
Aprende a hacer queso… ¡Y pásalo de miedo!
Tradición y modernidad conviven en Tajo–Salor–Almonte, un destino marcado por la trashumancia. De ahí sus centros de interpretación, como el de la Cañada Real Soriana Occidental y la Cultura Pastoril, en Casar de Cáceres; o el de la Vías Pecuarias de Malpartida. Cualquiera podrá sentirse pastor en las rutas de la trashumancia de la Semana de la Torta del Casar, que se celebra en octubre y acoge, además, la Feria Europea del Queso; o elaborando queso en casas rurales y empresas que ofrecen estas experiencias.
Otra parada interesante es el Centro de Interpretación de Aliseda, con la réplica del tesoro encontrado en 1920: más de 300 piezas de materiales nobles. El original está en el Museo Arqueológico de Madrid. Pero no te vayas sin algún recuerdo de artesanía, como la cerámica y calderos de Arroyo de la Luz, donde en agosto se celebra un festival de cine de terror en el Castillo de los Herrera, que antes fue cementerio. ¡Lo vas a pasar de miedo!
¡Cuate, aquí hay tomate!
De la llegada del visitante a la comarca Miajadas–Trujillo es testigo un gigantesco tomate: una escultura de 12 metros de altura que da la bienvenida a Miajadas, Capital Europea del Tomate. Un destino en el que se preparan tomatás de patatas y carne, en el que se celebra la feria del tomate en julio y un concurso de tomates en agosto, con premios a los más bonitos o singulares. En su palacio Obispo Solís puedes ver los cuadros del cacereño Massa Solís, autor de un mural sobre Cáceres Patrimonio de la Humanidad en la sede de la UNESCO en París.
La gastronomía de Miajadas–Trujillo ofrece excelentes quesos y un buen momento para probarlos es la Feria Nacional del Queso de Trujillo, en el puente de mayo, con queseros de España y Europa que traen hasta medio millar de variedades diferentes. Se celebra en la plaza Mayor, donde en el puente de noviembre también tiene lugar la Feria Internacional de la Cerveza Artesana. La ternera de retinto es bocato di cardinale, con elaboraciones como el carpaccio de rustido o el retinto con tomate. Y para una experiencia gloriosa, imprescindibles son los dulces de los conventos trujillanos, en algunos de los cuáles se realizan también delicados bordados.
Brinda con vino del tejao
Sierra de Montánchez es una despensa de aceite y pitarra. De Salvatierra de Santiago es el vino del tejao que se envasa en botellas negras y se deja que tome cuerpo a la intemperie, sobre las canaletas de los tejados. Buena compañía con escabeches de habas y pescado o guisos de caza como el arroz con liebre. Para postre, dos recomendaciones: naranjas de Alcuéscar e higos de Almoharín o de Arroyomolinos, con propiedades antioxidantes y diversas versiones, desde el tradicional higo seco –que si se toma con un fruto seco se llama matrimonio– hasta los bombones rellenos con licor o trufa.
Son souvenirs gastronómicos que deberíamos llevarnos a casa como recuerdo de una comarca donde también se pueden encontrar piezas de cuero, mimbre o corcho. A los vecinos de Valdemorales se les llama precisamente corcheros y trabajar artesanalmente este producto.